Todas las universidades estadounidenses piden dos o tres cartas de recomendación redactadas en inglés por profesores, investigadores o profesionales que hayan trabajado con el alumno. Es uno de los documentos más importantes que debe presentar el alumno, de ahí el interés en concienciar a los redactores de las mismas de su transcendencia. Gil [3] aporta ideas muy sugerentes sobre este tema.